Si bien la OMS (Organización Mundial de la Salud) aún no ha incluido una definición para el lipedema, con la recopilación de diversos estudios podemos aproximar a que es una enfermedad debilitante crónica progresiva que a menudo no se reconoce o se diagnostica erróneamente. Se caracteriza por una distribución anormal de tejido adiposo subcutáneo (grasa) en piernas y/o brazos que produce extremidades desproporcionadas, hematomas y dolor llegando a afectar la funcionalidad del miembro afectado a todo ello, puede acompañar de estrés psicosocial y trastornos psiquiátricos asociados, como ansiedad y depresión.
Esta enfermedad afecta principalmente a mujeres y muy rara vez a hombres, se produce antes o después de los momentos de cambios hormonales, comenzando principalmente en la pubertad, pero también puede aparecer en embarazo y menopausia. Al no existir una definición de la enfermedad, es complejo valorar la prevalencia concreta del lipedema, ya que se suele confundir con obesidad o incluso con el linfedema, pero se cree que afecta entre el 10-20% de la población.
El lipedema, a diferencia de la obesidad, localiza principalmente los depósitos de grasa en las extremidades inferiores y superiores, sin afectar al tronco, manos y pies y, además, las mujeres que padecen esta enfermedad pueden poseer un IMC (Índice de Masa Corporal) normal (<25). Por otro lado, el lipedema es siempre bilateral acompañado de la aparición de dolor y hematomas, mientras que otra patología con la que se suele confundir, el linfedema, puede ser tanto unilateral como bilateral sin ser doloroso.
Las causas del lipedema siguen sin estar claras, pero se asume una predisposición genética. Otra hipótesis valora quizás que se trata de una disfunción microvascular en los capilares linfáticos y sanguíneos que llevan a un aumento de la angiogénesis (aparición de nuevos vasos sanguíneos). Alternativamente, puede deberse a una alteración mecánica del drenaje linfatico. El daño capilar que se produciría, sería la causa propuesta del aumento de hematomas o pequeños derrames vasculares (petequias).
Son de 2 tipos:
En cuanto a la nutrición cabe la necesidad de evidenciar que si bien los pacientes con lipedema tienen un mayor riesgo de desarrollar obesidad mórbida y el sobrepeso empeora los síntomas, la grasa subcutánea patológica en el lipedema se considera resistente a la dieta. Así se llega a la conclusión de que si bien pueden haber herramientas como nutrición hipocalórica (para la disminución de peso y evitar la aparición de obesidad) o antiinflamatoria y rica en antioxidantes, no existe una dieta específica basada en la evidencia para los pacientes con lipedema. El objetivo principal de este tipo de tratamientos es aliviar los síntomas ya que no existen remedios para mejorar la apariencia física ante un lipedema.
Como posible tratamiento los estudios plantean un enfoque multidisciplinario, que involucra la medicina vascular, cirujanos plásticos, especialistas en obesidad y endocrinología, entrenadores especializados, nutricionistas y fisioterapeutas. Que no te engañen y ponte en manos de profesionales de la salud.
Autores:
Lic. Agustina Ramón Rintoul
Alejandro López Mejias (D-N Nutrievidence SND)
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